sábado, 27 de diciembre de 2008

¿Nueva Guerra del Pacífico en los años 70?. El caso de Bolivia


El diario La Segunda, a fines de noviembre, lanzó un especial semanal de cinco capítulos titulado “1978-2008 A 30 años del conflicto del Beagle (cuando Chile y Argentina estuvieron al borde de la guerra)”. Este excelente trabajo, fue realizado en base a algunos artículos escritos especialmente para la publicación por el historiador nacional Gonzalo Vial y entrevistas realizadas a los actuales Comandantes en jefe del Ejército, Armada y Fuerza Aérea que en aquellos años del conflicto ocuparon mandos medios en sus respectivas instituciones, por lo que vivieron muy de cerca los preparativos de una guerra que parecía inevitable, no sólo contra Argentina, sino también contra Perú y Bolivia simultáneamente, en lo que se conoce como hipótesis vecinal máxima o HV-3. Respecto a las reales posibilidades de concretarse la temida HV-3 durante el conflicto del Beagle, Gonzalo Vial, en el capítulo primero de la serie histórica dedica un artículo en que analiza esta posibilidad tanto respecto de Bolivia como de Perú bajo el título “¿Nueva Guerra del Pacífico en los años 70?. Los casos de Bolivia y Perú”, en el que repasa brevemente la historia de las complicadas relaciones bilaterales entre Chile-Bolivia y Chile-Perú, que se tensaron peligrosa y sospechosamente en la década del 70 y particularmente, cuando Argentina unilateralmente desconoció el Laudo Arbitral Británico que confería la soberanía de las islas al sur del Canal Beagle a Chile, y amenazaba con invadirnos militarmente si perseverábamos en el cumplimiento del fallo arbitral o si recurríamos a la Corte Internacional de Justicia con cede en La haya para zanjar definitiva y amistosamente el problema.

A fin de dar mayor conocimiento a este peligroso capítulo de nuestra historia, publico en este blog el artículo de Gonzalo Vial, en dos partes sucesivas, primero, donde analiza el caso de Bolivia, y luego, el caso peruano.

Por último, cabe felicitar y destacar el gran trabajo realizado por el diario La Segunda al publicar esta serie histórica que contribuye a tener un mayor conocimiento de nuestra historia, que aunque reciente, no es del todo conocida en sus distintas aristas y recovecos. Sin duda, un acierto de este diario, que por si fuera poco, permite leer en línea los distintos capítulos (Los enlaces los encontrará en la columna lateral de este blog).

A continuación la transcripción de la parte del artículo en que se analiza el caso de Bolivia y un par de fotografías que incluye el artículo:



Al comenzar los años ’70, Chile y sus tres vecinos limítrofes: Bolivia, Perú y Argentina, vivían una relación difícil. Relación que –no necesaria pero sí posiblemente– desembocaría en una guerra con uno de ellos... o quizás con dos y aun (el peor escenario imaginable) con los tres.

Amenazaba así reeditarse la Guerra del Pacífico (1879/1884), pero no como “política ficción” sino como realidad tangible.

Más todavía, esta vez el conflicto incluiría en la alianza antichilena a un nuevo y formidable protagonista... Argentina, ajena al enfrentamiento anterior. Si se diera este escenario, ¿nos sería posible repetir el triunfo del Siglo XIX?

Veremos cada caso y la eventualidad de que se combinaran.



Bolivia perdió totalmente litoral y mar a raíz de la paz definitiva con Chile, celebrada en 1904. Pero el origen de esta pérdida era más antiguo... la Guerra del Pacífico. Bolivia dejó de intervenir en ella después de la batalla de Tacna, refugiándose en su innaccesible altiplano (1880). Continuó siendo, teóricamente, aliado del Perú, pero cuando éste y Chile firmaron una paz separada (1883, Tratado de Ancón), los bolivianos también la buscaron. Mas con ellos llegamos sólo a una “tregua indefinida”, el año 1884.

En su virtud, Chile retuvo la costa de más tierras bolivia­nas que ocupaba, sin plazo, y ejerciendo sobre todas ellas una administración enteramente similar a la soberana. Pero Bolivia no nos traspasó el dominio de esos territorios. Cualquiera de los dos países podría reiniciar la guerra, dando aviso al otro con un año de anticipación.

¿Por qué se pactó tregua, y no una paz como la chileno/peruana del año anterior? Porque la idea era que Bolivia recuperase litoral, mar, pero no los de preguerra, sino tomándolos de Tacna y Arica, provincias peruanas. Chile (en virtud de la paz de 1883) tenía a su respecto una especie de semisoberanía, muy parecida a la que ejercitábamos respecto de los terri­torios bolivianos. El país/dueño definitivo lo determinaría un plebiscito, a cele­brarse máximo en 1893. Pensábamos ganarlo “sí o sí”, y sacar de dichas provincias la nueva costa boliviana, que compensara la pérdida de la antigua. Mientras tanto, ésta continuaba en nuestras manos invocando la “tregua indefinida”.

La descrita era conocida como “po­lítica boliviana”, idea del Presidente Santa María. Mientras la hubo, nuestro vecino estuvo a punto de conseguir costa. Fue por el Tratado de 1895. Allí Chile se obligó a entregarle a Bolivia litoral en Tacna y Arica... pero si no fuese posible (pues el plebiscito de esas provincias aún no se celebraba), a dárselo en otro lugar. Es decir, nos comprometíamos a entregar costa a Bolivia aunque perdiésemos Tacna y Arica.

Este pacto hubiera solucionado definiti­vamente, a costillas de Chile, el “enclaus­tramiento” boliviano. Pero la diplomacia del vecino, muy brillante, ha tenido siempre el mismo defecto: con­seguido “lo bueno”, continúa sin embargo tirando la cuerda para obtener “lo mejor”... aun a riesgo de perder ambos, quedarse sin pan ni pedazo.

Esta vez quiso agregar al Tratado nuevas ventajas. Chile contemporizaba, porque era muy agudo, casi de guerra, nuestro conflicto con Argentina por la Puna de Atacama, y queríamos evitar que se juntasen esos dos posibles enemigos. Pero el año 1898 salvamos (momentáneamente) el problema con Buenos Aires. Aprovechó entonces el Presidente Errázuriz Echaurren para que no ratificásemos el Tratado, archivando la “política boliviana”. Y ya nunca volveríamos a ella.


Los bolivianos, no obstante, siguieron esperanzados en sacar fruto del conflicto chileno/argentino. Y como aquella pugna se enconó de nuevo, Argentina les hacía toda clase de insinuaciones de apoyo. Pero en 1902 los “pactos de Mayo” solucionaron nuestro diferendo con los transandinos y Bolivia quedó sola de nuevo.

Decidió olvidarse del litoral a cambio de diversos beneficios. El ferrocarril de Arica a La Paz sería el más importante, pero no el único. Y añadamos otros dos motivos bolivianos, quizás de mayor trascendencia aún: prime­ro, la perspectiva de cuantiosas inversiones extranjeras... pero a las cuales frenaba tratar con un país “en guerra”; y segundo el libre comercio chileno/boliviano establecido por la tregua indefinida. Dado el distinto nivel de desarrollo de ambos países, Bolivia creía que Chile se la estaba “comiendo” gracias a esta franquicia.

De tal modo se llegó a la paz de 1904.

Creímos concluido el problema con el vecino del altiplano, pero nos equivocábamos. Ya en 1910 un canciller paceño afirmaba: “Bolivia no puede vivir aislada del mar”. Sostenían los bolivianos que la paz de 1904 les había sido “impuesta por la fuerza”. Esto era y es indefendible. Chile no podía revivir la guerra después de veinte años de tregua, ni siquiera estaba cierto del éxito, caso de llevar aquélla al interior de Bolivia. El soldado de este país es de primer orden, espe­cialmente defendiendo su tierra: así lo demostraría la Guerra del Chaco, treinta años después de la paz con nuestro país.

La verdad es que la falta de “salida al mar”, sin ser culpa de Chile, se ha convertido en un problema efectivo y de identi­dad nacional para Bolivia y los bolivianos, sin perjuicio de que suela aprovecharse para la pequeña política interna del vecino... y, a veces, también de la nuestra.


Desde su firma, la paz de 1904 y el consiguiente “enclaustramiento” boliviano han provocado innumerables e ingratos episodios entre los dos países.

En 1920/1921, los bolivianos quisieron obtener la revisión del Tratado por la Liga o Sociedad de las Naciones, antecesora de la NU. Pero la Liga declaró que no le correspondía modificar ningún tratado; esto, dijo, “es de la sola competencia de los estados con­tratantes”.

Durante la Presidencia de Ga­briel González Videla (1946/1952), siendo Canciller Horacio Walker (1950/1951), hubo cierto avance en la posibilidad de otorgar a Bolivia un corredor soberano al Norte de Arica, hasta el Pacífico. Bolivia, de su lado, permitiría el uso de las aguas del Titicaca en un plan de riego para el norte de Chile. Desbarató el proyecto la repulsa que suscitó en la oposición interna de ambos países.

Al llegar los años 70, Bolivia volvió a ser un posible aliado de interés para el “revanchismo” peruano por la Guerra del Pacífico y para Argentina en el conflicto del Canal Beagle (más adelante). Gobernaba el país el general Hugo Banzer, y las relaciones con Chile estaban rotas desde 1962, a consecuencia de un diferendo por el aprovechamiento de las aguas del río Lauca.

En 1974, durante la asunción el mando brasileño del Presidente Roberto Geisel, Banzer y Pinochet –invitados– establecen un contacto cauteloso e informal, pero posi­tivo. Lo coronan la reanudación de las relaciones diplomáticas, y el renacimiento de la idea del corredor soberano desde Bolivia hasta el Pacífico, por el norte de Arica. Con una novedad: Bolivia lo adquirirá –3.000 kilómetros cuadrados– canjeándolo por igual extensión de territorio suyo. Selló el acuerdo un fuerte abrazo de los mandatarios en Charaña, pueblecito fronterizo del vecino, y una comisión mixta empieza a afinarlo (1975).

Sin embargo, no se materali­zaría, por dos motivos:

–Perú le negó su asentimiento (1976). Este era necesario por haber sido peruanos los terrenos que cederíamos, y ello daba a Lima derecho a veto sobre la cesión, conforme a lo convenido en el Tratado de 1929, que resolvió el diferendo de Tacna y Arica. El “no” del Perú revestiría la forma elegante de proponer, como com­plemento del corredor, la “inter­nacionalización” de Arica bajo los tres países... algo, naturalmente, inaceptable para Chile, dueño único y soberano de ese puerto según el mismo tratado.

En verdad, Perú pensaba que el corredor significaba distanciarlo políticamente de Bolivia, al paso que acercaba ésta a Chile. Que era exactamente el objetivo que plantearía Pinochet al almirante Merino, explicando la iniciativa: “consolida... al mismo tiempo, la enemistad de Bolivia con (el Perú)... y su amistad con nosotros”.

–Tal como en 1895, la Canci­llería boliviana empezó a “tirar la cuerda” del convenio o principio de convenio inicial... Que los terrenos que entregara Bolivia en el canje no constituyeran necesariamente un solo cuerpo o todo... Que no entregara terrenos, sino que pagase un precio por el lote chileno... Que tampoco pagara nada por éste, que se lo regalaran...

Nosotros no rompimos las tra­tativas, pues en el frente argentino, y sobre todo en el peruano (más adelante), la situación era aguda. Bolivia, por supuesto, lo sabía.

Luego, la conducta de Bolivia se tornó todavía más enigmática. Banzer daba señales contradictorias. En 1976, decía privadamente al general chileno Sergio Arellano, que su táctica era dilatar la solución convenida, y aún hacerla aparecer fracasada, para que “la misma gente (de Bolivia)” instara por ella. En septiembre de 1977 declaraba a la prensa que su gobierno iniciaba una “pausa” en la negociación con Chile, y que el Parlamento decidiría si aceptar o rechazar el canje de territorios.

Pero la diferencia de condiciones, del 76 al 77, era sideral. Pues, según veremos, el “guerrerismo” peruano había disminuido; y en cambio el “guerrerismo” argentino iba in crescendo.

Como en 1898, como en 1901/1902, Argentina engolosinaba a Bolivia, haciéndole múltiples promesas, para que no llegase a ningún arreglo con nosotros.

Ese septiembre de 1977 hubo una junta de presidentes latinoamericanos en Washington, solemnizando la firma del nuevo Tratado del Canal de Panamá. Pinochet y el Jefe de Estado del Perú, general Francisco Morales Bermúdez, se entrevistaron y tuvieron –según el chileno– “un entendimiento de soldados”. Mas éste excluía el corredor para Bolivia; sobre él, dijo Morales, “Perú ya ha dado su contestación”. Sabemos cuál era.

En el mismo cónclave pre­sidencial, sin embargo Chile y Bolivia convinieron reimpulsar sus aletargadas conversaciones de “canje”, nombrando a tal fin sendos representantes. Luego las cosas se precipitaron negativamente: 1. Chile nombró su comisionado. Bolivia no. 2. Bolivia retiró su embajador, sin molestarse en ex­plicar por qué lo hacía (noviembre de 1977). 3. Pinochet escribió dos sucesivas cartas personales a Banzer, urgiendo la reapertura de las conversaciones. Banzer no se dignó contestar. 4. Bolivia rompió relaciones con Chile, sin expresar causa (marzo de 1978).

En enero, Buenos Aires había declarado “insanablemente nulo” el fallo arbitral sobre las islas del Beagle. El reloj de la guerra ya corría (más adelante).

Para nuestras Fuerzas Armadas, la actitud boliviana significaba que el país del altiplano podía estar en coyunda con Argentina y contra Chile. Esto generó, explicablemente, inmensa preocupación.

En septiembre había visitado Bolivia el “superhalcón” de los uniformados argentinos... el almi­rante Emilio Massera. Temíamos que en ese momento se hubiera perfeccionado la temida alianza. Massera no había perdido micrófono en cuanto a ratificar enfáticamente la solidaridad transandina con la reivindicación de litoral que planteaba Bolivia. En una de estas ocasiones, dijo Massera:

“Hay un mar antiguo, casi metafísico, que anda recorriendo la historia esperando reencontrarse con Bolivia”.




Entradas relacionadas:

¿Nueva Guerra del Pacífico en los años 70?. El caso de Perú”.


6 comentarios:

Anónimo dijo...

Citas notables:

1.- "El país/dueño definitivo lo determinaría un plebiscito, a cele­brarse máximo en 1893. Pensábamos ganarlo “sí o sí”."

2.- "Al llegar los años 70, Bolivia volvió a ser un posible aliado de interés para el “revanchismo” peruano por la Guerra del Pacífico..."

3.- "Perú le negó su asentimiento (1976). Este era necesario por haber sido peruanos los terrenos que cederíamos, y ello daba a Lima derecho a veto sobre la cesión, conforme a lo convenido en el Tratado de 1929, que resolvió el diferendo de Tacna y Arica. El “no” del Perú revestiría la forma elegante de proponer, como com­plemento del corredor, la “inter­nacionalización” de Arica bajo los tres países... algo, naturalmente, inaceptable para Chile, dueño único y soberano de ese puerto según el mismo tratado."

Respuestas con respecto a:

1. Nunca realizaron el plebiscito de Arica porque sabia que a pesar de la política de "chilenización" efectuada, iban a perder.

2. El "revanchismo" peruano finaliza en los años 20, con el ascenso de las generaciones post-Gonzales-Pradianas. El revanchismo de los 70s es un invento del régimen Pinochetista que incluye hasta libros llenos de información sin sustento que tratan de justificarlo. Perú se armó contra los Estados Unidos (a quienes se había expropiado, los rusos jamas dejarían que se ataque al régimen de Allende con sus armas). El Perú tenia grandes relaciones con la Chile de Allende, alejadas de todo conflicto. Es Pinochet quien crea la animadversión y suscita la reacción peruana con sus intentos de violar el tratado del 29, desde Charaña. Y para que hace esto Pinochet? Pues para evitar que Bolivia se una al Argentina y se venga la HV-2, a la cual Perú era indiferente de ser Allende presidente. Con esto logra enfriar las cosas con la Argentina por unos años. Hasta que Bolivia regresa en su posición junto a Argentina y Perú le hecha tierra a la animadversión con Morales Bermudez. En eso Argentina vuelve a la carga repotenciada por la posibilidad HV-2 y sucede lo que ya todos sabemos.

3.- Claro a Chile no le "pareció" la zona de triple soberanía, en vez de eso ahora estan conversando seriamente en un enclave en Tarapacá.

Portaliano dijo...

Anónimo,

Aunque ud. no quiera creerlo el plan peruano para invadir a Chile existió, incluso se llego a fijar día y hora para la invasión: el 06 de agosto de 1975 a las 06:00 hrs. En la parte siguiente de esta entrada, el autor del artículo analiza el caso de Perú, donde principalmente detalla la gestación, preparación e intento de ejecutar el plan ideado por Velasco para invadir a Chile.

Ya he escuchado antes esta tesis peruana de “negación” de los planes de invasión a Chile en los 70 que se funda básicamente en dos argumentos que ud. señala:
1. Perú se armo para repeler una posible invasión de EE.UU.
2. Perú quería frenar a Pinochet que pretendía violar el tratado de 1929 entregándole un corredor a Bolivia al norte de Arica.

No adelanto ideas en contrario a sus argumentos, ya que con la segunda parte del artículo le quedara bastante clara esta historia y se dará cuenta que el plan de invasión de Velasco verdaderamente existió y que no tiene asidero su “tesis de la negación” ni fundamento los argumentos en que sustenta.

Una de las razones por las que me decidí a publicar el este artículo de Gonzalo Vial era para dar mayor difusión a un complicado periodo histórico, que a pesar de ser reciente no es muy conocido en todas sus aristas en Chile, y por lo que me doy cuenta, parece que en Perú tampoco es muy conocido o hay cierta confusión.

Parece que la finalidad perseguida se va a cumplir, ya que el artículo va a permitir a chilenos y peruanos tener un mejor conocimiento de nuestro pasado reciente.

(El enlace a la segunda parte esta al final de ésta entrada).

Saludos

Anónimo dijo...

Pues señor, si existió un plan es posterior a la conversacion de Charaña, que de concretarse era claro un CASUS BELLI, por violar el tratado. No existe el Revanchismo peruano, no existe ninguna prueba sobre planes peruanos para atacar Chile anteriores al "abrazo de charaña".

El trabajo de Gonzalo Vial al respecto se basa en el libro de una historiadora chilena, que jamás ha probado lo que escribió, solo dice que fue al Perú a investigar y finalmente donde estan las declaraciones y los documentos?

Nada, todo es un invento apócrifo.

Portaliano dijo...

Anónimo,

El plan de invasión existía antes del abrazo de Charaña, además, éste no constituyo un “casus bellis” como ud. afirma. Además, sí existía intención de invadir a Chile antes de Charaña y hay evidencias.

Por cuestión de orden, las razones de mis afirmaciones las desarrollo en la entrada siguiente relativa al caso de Perú.

Saludos.

Anónimo dijo...

Lo que irrita nte el caso de la reclamaciòn peruana en la Haya es que la defensa del pais estara a acrgo de una presidenta sin capacidad de liderasgo, y las decisiones seran tomadas entre cuatro paredes y seran sin consultar a la ciudadania

Anónimo dijo...

REALIDAD CHILENA: Abril-2009.
El desempleo subió a 9,2% en el trimestre enero–marzo, acaba de informar el instituto Nacional de Estadísticas (INE).
Esta cifra, se compara negativamente con el 7,6% registrado el mismo trimestre del 2008. La tasa de desocupación aumentó en 12 meses, producto de la disminución de la ocupación en 0,5%, pero sobre todo por el aumento de la fuerza de trabajo en 1,3%. Los desocupados registraron un incremento de 23,4%

REALIDAD CHILENA: Abril-2009
El director de Presupuestos, Alberto Arenas, reveló que en marzo el gobierno central arrojó un déficit equivalente a 0,7% del PIB (Producto Interno Bruto), lo que significa $635.424 millones (equivalente a US$1.046 millones).

Afirmó que la cifra corresponde al 2,9% de déficit anual proyectado.

El funcionario dijo que el déficit se explica, principalmente, porque la política fiscal pasó desde la fase de ahorro a la de uso de los recursos.
http://chileconomia.wordpress.com/